Ambición
Tres llamadas a lo largo de la mañana interrumpen este informe que no consigo completar. Ayer prometí que hoy, antes del medio día, lo enviaría y todavía sigo aquí, releyendo lo que he escrito y sin que termine de convencerme. Me he levantado dos veces ya, una a ponerme un café y otra al baño; sin tener realmente necesidad, tan sólo por distraerme, por recorrer el pasillo y mirar a los compañeros, perder cinco minutos hablando con alguien y despejar la cabeza. Hoy estoy solo en mi extremo de la oficina, mi compañera y el jefe no han llegado todavía o no van venir, no lo sé. Intento estructurar el texto de otra forma y me parece que eso facilita su comprensión, empiezo a vislumbrar el final de la tarea. Miro la mesa vacía de mi compañera, ¿dónde demonios estará? A las doce y cuarto llega, saluda desde la puerta, cuelga el bolso y se encierra en el aseo. Mi compañera en el aseo, limpiándose el semen que le ha dejado dentro el jefe, que llega apenas siete minutos después, eufórico. Todavía bromea sin disimulo cuando ella vuelve de vaciarse la vagina. Este ejercicio de exhibicionismo me irrita de tal manera que pierdo la concentración y soy incapaz de concluir el informe durante el resto del día. Me llaman para preguntar por él, mi jefe me lanza una mirada de reproche y me disculpo pendiente de los pezones de mi compañera, que tensan la blusa.
>
Ned Racine
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario