Mi vecina que siempre va en bragas

Mi vecina del otro lado de la calle que siempre va en bragas por casa hoy no va en bragas por casa. Tal vez se deba a ese otro brazo que aparece en el pequeño marco de visión que tengo sobre su cocina, a través del que veo la mesa puesta, a mi vecina de pie, vestida, junto a la encimera y esta otra extremidad masculina sin cuerpo. Esto no es del todo malo, no me entristece ni me enfada. Tal vez el brazo, después de cenar, tome a mi vecina por la cintura, la arroje sobre la mesa de la que ha apartado violentamente todos los platos haciéndolos estallar contra el suelo y la penetre con otras extremidades del cuerpo que de momento no veo a través de la ventana, pero que deseo que sean grandes y caudalosas, de película.

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