Fuera se oye, de vez en vez, el "¡Va-" de los serenos. A través del tabique de panderete se distingue el crujir de un somier, honesto como el canto de la cigarra.
La noche se cierra, el filo de la una y media de la madrugada, sobre el corazón de la ciudad. Miles de hombres duermen abrazados a sus mujeres, olvidados del duro día que quizás les espera, dentro de tan pocas horas. Cientos y cientos de bachilleres caen en el íntimo, delicadísimo vicio solitario.
Camilo José Cela. La Colmena.
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