Piel de rinoceronte

Siempre he pensado que el horror al que se refería el coronel Kurtz es el pene circuncidado. Esos glandes coriáceos en los que se puede rascar y prender un fósforo. Un ejercicio de sadismo social perpetrado sobre el apéndice sagrado; aquel que, mal que nos pese, ha devenido en el símbolo de la historia de la humanidad hasta el presente. Si en el futuro conseguimos equilibrar la balanza del simbolismo, tal vez contribuyamos a frenar el ensañamiento contra este tierno órgano.

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